17 de mayo de 2012

Si pudiese


Si pudiese ahora mismo hundiría las manos en tu pelo otra vez. Volvería a sentir tus rizos, uno a uno, mientras te acarician la cara. Dejaría que tu sonrisa me mirase directamente a los ojos, que me besases en la punta de la nariz. Sentiría de nuevo el movimiento de tu respiración debajo de las sábanas, mientras me abrazas las piernas con tus piernas. Ver cómo se te van cayendo los ojos hasta acabar dormido.
Y por la mañana, despertarte con un beso en la mano, porque me la has estado agarrando durante toda la noche. Ver cómo sonríes al ver que soy yo quien está contigo, cómo me das el primer beso del día, uno especial. Escucharte reír mientras corro fuera de cama para apagar el despertador.
Si pudiese, volvería a abrazarte mientras te tambaleas por la habitación, medio dormido, buscando un abrazo. Y ver cómo te cambia la cara al ponerte las gafas. Si pudiera, volvería a acariciarme la cara con tu barba, como un gato rascándose. Y que me volvieses a abrazar.
Luego, tú prepararías café mientras yo buscaría las galletas. Entre suspiros y bostezos pasaría el desayuno. Coordinaríamos nuestros horarios a pesar de saber a qué hora volveríamos a estar en casa, mientras los rayos del sol se colarían entre las cortinas de las ventanas, levantando reflejos en mi vaso. El vecino le abriría la puerta a los gallos y el ambiente se llenaría del cacareo de fondo.
Y mientras te quemas por primera vez con tu taza, me agarrarías de la mano otra vez. Esa mano grande, fuerte, suave, como todo tú. Mi mundo sería tu gran sonrisa, otra vez.
Pero la mañana y parte de la tarde pasarían sin ti. Sola, o con más gente, pero sin ti. Sola, en la casa vacía, o con el gato callejero en el balcón buscando su platito con leche. Sola, como estoy ahora. Como desde hace semanas. Sola, en la casa vacía. El gato sigue viniendo, pero tú te has ido. No has vuelto a casa. Te esperaba a las 7, como cada jueves, pero no has aparecido por el pasillo, con tu sonrisa, tu mirada fija y sus rizos saltando. La puerta no se abrió minutos después, y mi cama vuelve a estar vacía.
No sabes todo lo que daría por volver a hundir mi mano en tus rizos, en volver a acariciarme con tu barba, y volver a robarte besos mientras duermes. Si me dejaras, si pudiera.

14/05/2012

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