6 de mayo de 2013

El temor de un hombre sabio


He tardado un mes en terminar este libro, a pesar de que lo empecé con muchas ganas y me tragué casi 200 páginas en una noche. No he tenido un ritmo constante y ha habido días que he leído apenas un par de capítulos, pero el libro es largo y pasan un montón de cosas.
Me da rabia, en el fondo, haber leído estos dos libros en este momento, y no haber esperado que saliera el tercero. Porque no son autoconclusivos, sino que son partes de una historia más grande, y la historia está sin terminar. Además, Rothfuss es un tío listo, y en El nombre del viento nos adelantó muchas cosas, y aún no conocemos algunas de ellas. Tendremos que seguir esperando.

El temor de un hombre sabio es una digna continuación de El nombre del viento. Mientras empezaba a leerlo hubo gente que me dijo que le gustó más la primera parte, otros decían que la segunda... yo soy incapaz de no ver dos fragmentos de una historia más grande que aún no conocemos. Pasan cosas diferentes, Kvothe deja de ser un niño y crece, pasa la mayor parte del libro fuera de la Universidad, en países y lugares muy diferentes; y te pueden gustar más que Tarbean o Imre o la Universidad; pero narrativamente es una continuación que sigue a la primera parte. Tanto que empecé el segundo libro nada más acabar el primero y no he notado cambios, si no fuese por ese “Aquí termina la primera jornada. Continuará...”. Estoy intentando recordar qué pasaba en este libro, y no tengo claras las fronteras entre ambos.

En este libro, vemos cómo Kvothe va creciendo. Vemos cómo va desarrollando sus habilidades, tanto intelectuales como físicas o simpáticas; cómo va creciendo y aceptando responsabilidades. Cómo se va a perseguir el viento, y se lo trae consigo. También cómo viaja, conoce diferentes culturas e intenta respetarlas y conocerlas. Cómo se enfrenta a retos y cómo los va solucionando (el encargo del maer, el tiempo que pasa con Felurian), y, sobre todo, cómo se va extendiendo su fama y su reputación.
Una de las cosas que más me gustan de este libro, y es pura curiosidad de filóloga, es cómo se van retransmitiendo los relatos orales. Es decir, cómo Kvothe vive sus aventuras, cómo las recibe el pueblo, y cómo se van transformando en el boca a boca. Quien no haya intentando comprender la literatura oral de la Edad Media no le llama la atención, pero se nota que Rothfuss sabe de historia de la literatura y lo ha plasmado perfectamente.

Además, tengo que volver a nombrar la maestría del autor como narrador, y como transmisor de historias. De nuevo, es capaz de hacer que las sensaciones de los personajes te calen. Ha sido capaz de crear y describir un mundo tan diferente, precioso y especial como el mundo Fata, con sus habitantes, como Felurian, el Cthaeth, las mariposas, y el cambio de luz según la posición geográfica, no según la hora. A través de las páginas que se desarrollan en Fata casi he podido ver los colores, las medias sombras, la oscuridad y el bosque. También ha podido crear una corte con sus especulaciones y frivolidades como la de Severen y el maer, con su juego de anillos, jerarquías e influencias. Es capaz de crear cosas muy diferentes, originales. Y te las hace sentir como reales.
Hay de nuevo momentos tensos, momentos tristes, de acción o simplemente, para disfrutar. Y Rothfuss triunfa en cada uno de ellos. Sin embargo, hubiera gustado que hubiese más acción que la pelea con los bandidos en el bosque, ya que ocurre tan temprano (y la estancia en Ademre y los falsos Edena Ruh son muy breves); espero que haya más peleas épicas en el tercer libro, que las esté guardando para el final.

Porque ahora que conozco los personajes, los lugares, y algunas de las aventuras que se nos avanzan en la sinopsis de El nombre del viento, no puedo dejar de pensar en qué está por venir. No paran de aparecer preguntas, que se abren y abren y hasta ahora, no se ha respondido ninguna. Pero veamos, hasta ahora, qué parte de lo que sabemos que va a hacer, ha hecho (en verde lo que conocemos y en rojo lo que no):

“Me llamo Kvothe, que se pronuncia ‘cuouz’. Los nombres son importantes porque dicen mucho sobre la persona. He tenido más nombres de los que nadie merece. Los Adem me llaman Maedre. Que, según como se pronuncie, puede significar la Llama, el Trueno o el Árbol Partido. Mi primer mentor me llamaba E’lir porque yo era listo y lo sabía. Mi primera amante me llamaba Dulator porque le gustaba cómo sonaba. Me han llamado Kvothe el Sin Sangre, Kvothe el Arcano y Kvothe el Asesino de Reyes. Todos esos nombres me los he ganado. Los he comprado y he pagado por ellos. Pero crecí siendo Kvothe.
Una vez mi padre me dijo que significaba ‘saber’. He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos. Quizá hayas oído hablar de mí.”

Y ahora las preguntas que no dejo de formularme:
¿Por qué lo expulsan de la Universidad?
¿A qué princesa roba a un rey agónico? ¿Se refiere a Meluan?
¿A qué rey mata para que la saga se llame “Crónica del asesino de reyes"? ¿Alveron? ¿Otro rey? ¿Más de un rey?
¿Por qué Denna no está con él viviendo tranquilamente en Roca de Guía?
¿Quién es el mecenas de Denna? Tengo muchas sospechas de quién puede ser, fundamentalmente dos personajes ya conocidos (y bien conocidos), pero me da miedo pronunciarme antes de saberlo oficialmente.
¿Qué ha pasado para que Kvothe decidiese coger una posada y ser una “persona normal”? Y teniendo en cuenta lo oxidado que está, hasta el punto de que parece que no puede hacer simpatía o luchar, ¿cuánto tiempo hace de eso?

Dejaré reposando estas preguntas. Esperemos que Las puerta de piedra (que parece que se llamará el tercer libro) las resuelva. Y que llegue pronto.

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